Triunfo insuficiente del sí en la moción de censura contra el presidente del Barça, que conserva el mandato, pero sale seriamente perjudicado
La moción al presidente del Barça no prosperó. Pero dejó seriamente tocada a una junta en entredicho.
La masa social azulgrana se movilizó y habló claro: un 60,6% de los socios que acudieron a las urnas dio el visto bueno al voto de censura, frente al 37,75% que optó por el 'no' y el 1,65% en blanco y nulos. Pero, pese a la clara diferencia, al no alcanzarse el 66,6% necesario para desbancar al dirigente, Joan Laporta obtuvo la legitimidad estatuaria para agotar su mandato, que finaliza en junio de 2010.
Un total de 39.389 socios acudieron a las urnas de forma masiva para postularse en la segunda moción de censura de la historia del Barça. La primera, curiosamente, fue instigada por el propio Laporta en 1998 contra Josep Lluís Núñez. Y también la perdió con contundencia y con un éxito de participación similar aunque en aquella ocasión en el Camp Nou se disputó un Barça-Real Madrid.
De la mayoría absoluta obtenida en las elecciones de 2003, con 27.138 votos favorables, al duro revés encajado ayer, con 23.870 papeletas en contra. Laporta fue hostigado por los hinchas del Barça por sus salidas de tono y por dos años de frustración y desgobierno que arrastra la entidad. Y, una vez más, quedó en evidencia una fractura social en el club catalán de dimensiones estratosféricas. Porque el escenario que se le abre a partir de hoy al presidente azulgrana y a su junta es, cuanto menos, incómodo.
La duda permanece
Una seria amenaza y la duda permanente sobre si es posible gobernar un club con más del 60% de los socios en desacuerdo. La rotundidad de las cifras de participación, como mínimo, obligan a hacer un serio replanteamiento a Laporta y a toda su junta directiva. Porque más allá de los resultados deportivos y la gestión económica, el volumen de votos favorables al voto de censura promovido por Oriol Giralt y Carles Castellví estaba dirigido a la propia figura de Laporta.
La masa social azulgrana se movilizó y habló claro: un 60,6% de los socios que acudieron a las urnas dio el visto bueno al voto de censura, frente al 37,75% que optó por el 'no' y el 1,65% en blanco y nulos. Pero, pese a la clara diferencia, al no alcanzarse el 66,6% necesario para desbancar al dirigente, Joan Laporta obtuvo la legitimidad estatuaria para agotar su mandato, que finaliza en junio de 2010.
Un total de 39.389 socios acudieron a las urnas de forma masiva para postularse en la segunda moción de censura de la historia del Barça. La primera, curiosamente, fue instigada por el propio Laporta en 1998 contra Josep Lluís Núñez. Y también la perdió con contundencia y con un éxito de participación similar aunque en aquella ocasión en el Camp Nou se disputó un Barça-Real Madrid.
De la mayoría absoluta obtenida en las elecciones de 2003, con 27.138 votos favorables, al duro revés encajado ayer, con 23.870 papeletas en contra. Laporta fue hostigado por los hinchas del Barça por sus salidas de tono y por dos años de frustración y desgobierno que arrastra la entidad. Y, una vez más, quedó en evidencia una fractura social en el club catalán de dimensiones estratosféricas. Porque el escenario que se le abre a partir de hoy al presidente azulgrana y a su junta es, cuanto menos, incómodo.
La duda permanece
Una seria amenaza y la duda permanente sobre si es posible gobernar un club con más del 60% de los socios en desacuerdo. La rotundidad de las cifras de participación, como mínimo, obligan a hacer un serio replanteamiento a Laporta y a toda su junta directiva. Porque más allá de los resultados deportivos y la gestión económica, el volumen de votos favorables al voto de censura promovido por Oriol Giralt y Carles Castellví estaba dirigido a la propia figura de Laporta.
A su estilo. Y a la recuperación de algunos dejes más propios del pasado que del futuro esplendoroso y el ímpetu de la juventud que eligieron los socios cuando le catapultaron a la cima de la institución hace cinco años. contundencia El ejercicio democrático que vivió el Barça durante la jornada de ayer supone un serio revés para Laporta. Que deberá buscar las causas que le han llevado a pender de un hilo.
Piden cambios
Y a tomar decisiones en relación a la moralidad que otorga la contundencia del resultado y a la inestabilidad de un proyecto que los socios, los propietarios del club, han rechazado. La mayoría de los socios pidieron cambios. Apuntaron directamente a la gestión del presidente. Y a éste le toca ahora leer el mensaje.
En este sentido, la oposición cree que el fuerte grado de impopularidad que atraviesa el mandatario le debería llevar a la dimisión. La emergencia de la figura de Sandro Rosell como alternativa fuerte, además, ha aumentado las suspicacias hacia una junta que ha agotado su ideario. Y que podría entregar las riendas de futuro a Ferran Soriano, vicepresidente económico que se presenta como opción continuista.
El voto de censura a Laporta fue un voto de castigo. Ahora, debe actuar
Piden cambios
Y a tomar decisiones en relación a la moralidad que otorga la contundencia del resultado y a la inestabilidad de un proyecto que los socios, los propietarios del club, han rechazado. La mayoría de los socios pidieron cambios. Apuntaron directamente a la gestión del presidente. Y a éste le toca ahora leer el mensaje.
En este sentido, la oposición cree que el fuerte grado de impopularidad que atraviesa el mandatario le debería llevar a la dimisión. La emergencia de la figura de Sandro Rosell como alternativa fuerte, además, ha aumentado las suspicacias hacia una junta que ha agotado su ideario. Y que podría entregar las riendas de futuro a Ferran Soriano, vicepresidente económico que se presenta como opción continuista.
El voto de censura a Laporta fue un voto de castigo. Ahora, debe actuar
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